(No buscaba más que verte, y nadie más ciego que yo).
"Estabas nervioso ese día", me dijiste. Creo que, de casualidad, seguía vivo. Dicen que los recuerdos lindos de algún modo borran los recuerdos no tan lindos y yo creo que todo ocurrió para eso.
Buenos Aires estaba nublada y con neblina, como a mí me gusta. Y ahí voy, envalentonado como si fuera a conquistar Marte con un sahumerio en la mano. Pero en realidad es menos que eso, muchísimo menos.
Llegué trastabillando y en modo zombie te vi y pedí verte, ni siquiera me había imaginado cómo sería todo. Si lo hubiera hecho, probablemente no me animaba.
Apenas dije tu nombre me reconociste instantáneamente. Eso fue un gol, y si de fútbol hablamos, a esa altura yo era el Boca de Gago. Vos fuiste más valiente que yo, y yo no era tan guapo como creí que era, estaba ahí rendido antes de verte, qué débil. Ahora estaba ahí después de decirte un montón de cosas que quizás recuerdes, aunque ojalá que no.
Pero ese fue el final del principio que empezó en algún verano ya no tan cercano. No sé cuántas veces te había visto, por ahí muchas, por ahí ninguna; por ahí ambas opciones son correctas.
Pero esa noche si te vi y te presté atención un rato y después volví, volví y te dije "¿Vos no sonreís nunca?" Obviamente no sonreíste y me dijiste que no, que no lo hacías.
Y me dejaste pensando. Y creo que ahí empecé a perder, aunque todavía faltaban un par de años para que en realidad suceda.
Qué linda que estabas, igualmente eso es relativo, tu perfume, esos anteojos que te quedan hermosos y ese pelo divino que tenés. Ni siquiera sé para qué te describo tanto, si vos sos linda hasta disfrazada de "El Yeti".
En realidad ahí empezó a pasar todo, todavía me debías el guiso de lentejas, todavía tenía que pasarte a buscar un día a las 21:30 hs, todavía tenía tu WhatsApp. Y todavía durmiendo, qué bárbaro. Creo que después cuando revisé algunas cosas lo descubrí y te lo dije.
Quizás nos haya unido nuestro amor por Boca, por los perros y por el arroz, quizás debamos casarnos todavía cualquier viernes a las cinco de la tarde. Quizás ya no tenga que ofrecer a mi perro para tener esa boca a cambio.
Quizás.